El reparto de las vacaciones de verano, los roces futbolísticos, los desencuentros políticos y la última hora de tu serie o programa favoritos son algunos de los temas recurrentes en la máquina de café de la oficina, pero habrá uno que, en cuestión de días, nos traerá de cabeza: la temperatura del aire acondicionado. Ellos se mueren de calor, ellas se pasman de frío y encontrar el punto medio en estos casos es un imposible. Sin embargo, por nuestra salud, por el buen ambiente laboral y por ser lo más respetuosos con el consumo energético es importante que los compañeros de trabajo lleguemos a un punto de encuentro. Te contamos dónde debes colocar la rueda del termostato y algunos trucos para que ni tú ni tus colegas de oficina terminéis cual estalactita.
Es cuestión de tiempo que el calor haga acto de presencia de manera constante y, pese a que cada vez hay más edificios climatológicamente inteligentes, cada cual tiene el termostato (hipotálamo) que le dio su padre y su madre. Ellos, debido al metabolismo y a la generación de calorías, suelen tener más calor (a lo que hay que añadir los trajes) y ellas suelen quedarse tiritando delante del ordenador. Los jefes de mantenimiento tienen que ponerse las pilas para que las bajas por catarros no sean una constante y las consultas médicas no se colapsen en primavera por enfermedades más típicas del invierno.
Según los expertos, el termómetro de los centros de trabajo debe oscilar entre los 24 y los 26 grados centígrados. Sin embargo, una buena medida para paliar los efectos del calor es colocar el termostato cinco grados por debajo de la temperatura exterior. Con estas cifras no solo soportaremos mejor el sopor, también no haremos un gasto excesivo de energía.
Evitar los cambios bruscos
Las alteraciones súbitas de temperatura son las culpables de que nos pasemos esta época del año con el moco colgando. Es aconsejable evitar subir y bajar el termómetro de manera brusca porque son precisamente esas oscilaciones las que tienen un mayor impacto en nuestro organismo. Estar en el trabajo casi congelados y toparnos en el exterior con 30-35 grados puede tener consecuencias en nuestra salud.
Mantenimiento de la instalación
Se da por entendido que estos sistemas de refrigeración tienen que pasar revisiones anuales, pero no siempre se llevan a cabo, como la limpieza de los filtros para eliminar polvo, pólenes y gérmenes. Es importante cumplir con estos requisitos que aconsejan los fabricantes y si la instalación se va a llevar a cabo hay que tratar que el flujo de aire frío no vaya dirigido a las personas. Por ese motivo, tampoco debemos hacer cambios de mobiliario sin tener en cuenta dónde se encuentran las salidas de aire.
Puertas y ventanas, a cal y canto
Cierra las puertas y las ventanas, si no quieres que se escape el gato. Para mantener una temperatura constante y no derrochar en energía hay que evitar las aperturas que provoquen el escape de esa masa de aire frío.
Humidificadores y una rebequita
Los ordenadores, las impresoras, los elementos de construcción de las oficinas, la presencia de muchas personas en un mismo espacio, la escasa ventilación natural, la iluminación y la ausencia de plantas contribuyen a que el ambiente en las oficinas sea muy seco. Con estas condiciones, las faringitis, las rinitis, las migrañas y las contracturas están garantizadas. Contar con humidificadores que eleven la humedad ambiental será un acierto que los trabajadores agradecerán. No está de más, para los/las más frioleros, contar con un jersey o una chaqueta fina siempre en la oficina, y así no renunciar a la manga corta y a la ropa ligera de esta época.