¡Cae barro por todas partes! Te contamos el porqué de esta lluvia que lo mancha todo
Marcos Fernández*
23/04/201811:02 h.Ese tono rojizo tan propio de la lluvia en estos episodios de inestabilidad es el responsable de que se la conozca también como lluvia de sangre. En realidad, es arena del desierto del Sáhara. Dada la proximidad geográfica, la Península Ibérica y la cuenca mediterránea están más expuestas a las invasiones de arena del desierto o polvo en suspensión. Por tanto, no es de extrañar que sea un fenómeno meteorológico común en nuestra latitud que tan solo compite con las nubes de arena que se generan también en las tormentas del desierto de Gobi en Asia.
Pero, el polvo del desierto no se manifiesta solamente en episodios de lluvias. En periodos de estabilidad hace acto de presencia la calima que es el nombre con el que se conoce al polvo en suspensión procedente del Sáhara y que, erróneamente, confundimos con la contaminación ya que la tonalidad del cielo se asemeja al gris de la polución.
Si, como hacen los satélites de la NASA, tomáramos una fotografía de un día despejado, por ejemplo, del pasado mes de febrero, podríamos ver con nitidez ese polvo rojizo del desierto atravesando la Península hacia latitudes más septentrionales. En ocasiones, consigue cruzar medio continente y alcanzar el sur de la península escandinava.
Y es que la situación atmosférica actual es idónea para que las lluvias de barro se sucedan durante este fin de semana y el arranque de la siguiente. La posición de la borrasca que nos ha empezado a afectar este pasado jueves de forma más evidente favorece que dentro de su radio de acción lleguen hasta nosotros “vientos muy secos del sur” que, como confirmaba la meteoróloga de Mediaset, “conlleva que las precipitaciones lleguen acompañadas de ese polvo sahariano”.
En este sentido, debemos recordar un aspecto que suele pasar desapercibido, como es el de la calidad del aire que respiramos que en situaciones de calima empeora los parámetros normales. Este cuadro afecta, sobre todo, a quienes practican deporte al aire libre o personas de edad avanzada y/o con problemas respiratorios.
¿Por qué entra el polvo del desierto?
Pero, al margen de los inconvenientes más o menos molestos que esta situación atmosférica ocasiona es interesante acercarnos a conocer los porqués de esta invasión de polvo sahariano. La respuesta es sencilla y señala al Anticiclón de las Azores, que es el responsable de amplios periodos de estabilidad, sobre todo, en verano donde actúa de barrera desviando borrascas y frentes a otras latitudes más septentrionales. Sin embargo, al margen de la posición que habitualmente ocupa frente a la Península Ibérica en el Océano Atlántico, de vez en cuando se retira hacia el oeste, más próximo al continente americano, abriendo la puerta a la entrada de borrascas por el suroeste.
Ese canal que abren las altas presiones para que se cuelen las borrascas favorece que el viento sople directa y marcadamente del sur en su ascenso a la Península Ibérica determinando con ello el arrastre del polvo en suspensión que acompaña a la borrasca. De este modo, cuando precipita parte de esa calima el barro cae con la lluvia y lo mancha todo.
Una de las evidencias más claras tuvo lugar el pasado invierno con una situación similar a la actual donde la nieve en las estaciones de esquí quedó teñida de un tono rosado o ligeramente marrón. Este episodio también nos muestra que, aunque la primavera y el verano son las estaciones más propicias para las lluvias de barro, éstas pueden tener lugar en cualquier momento del año.
Decimos que el verano es la época por excelencia también porque es frecuente que haga acto de presencia gracias al aire cálido elevando las temperaturas y generando una mayor sensación de bochorno. En las Islas Canarias, por ejemplo, sufren cada cierto tiempo los rigores del polvo sahariano impulsados por vientos muy cálidos y secos del este, procedente de Marruecos. Las islas orientales, sobre todo, Fuerteventura y Lanzarote, suelen ser las más afectadas. Tenemos registros de valores máximos próximos a los 40ºC con una humedad relativa elevada y la calima cubriendo parcialmente el archipiélago. Es, en resumen, un ambiente pesado e irrespirable.
Afortunadamente, estos episodios son pasajeros pero no dejan de asombrarnos ya que en el desierto del Sahara tienen lugar violentas tormentas que levantan una gran cantidad de esa finísima capa de arena del desierto. Es capaz de elevarse miles de metros (hasta 7 km) sobre nuestras cabezas generando grandes nubes compuestas de polvo desértico, el llamado polvo en suspensión, que es arrastrado por el régimen de vientos que sople en ese momento. En función de este factor, y como captan muy bien los satélites, el polvo del desierto puede cruzar Europa o recorrer todo el Atlántico hacia el oeste hasta llegar al Caribe.
Cuando se produce la tormenta en el desierto, provocada por el clásico choque de corrientes, (fría y cálida) la ausencia de vegetación favorece que las violentas rachas de viento levanten la arena del desierto y formen estas inmensas nubes que viajan hasta nosotros en función de la componente en que sople el viento en ese momento.
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*Marcos Fernández (@marcosfdezfdez) es periodista especializado en Meteorología.